16 – REFLEXIONES ELECTORALES 02 – PRESIDENCIA 2026 – 2030.

 16 – REFLEXIONES ELECTORALES 02 – PRESIDENCIA 2026 – 2030.

Colombia se prepara para una de las contiendas electorales más decisivas en su historia reciente. Lo que está en juego no son simplemente nombres o partidos, sino dos modelos fundamentalmente diferentes de concebir y ejecutar el Estado. Esta elección pondrá a prueba la capacidad del país para definir su rumbo en los próximos años, en un contexto nacional e internacional con profundas transformaciones sociales, económicas y tecnológicas.

En medio del debate político tradicional sobre derecha, centro, izquierda y sus variantes extremas, surge una pregunta fundamental: ¿cuál es el verdadero significado de estas posiciones ideológicas en la era de la inteligencia artificial? Curiosamente, cuando se consulta a sistemas de IA sobre estas definiciones, emergen dos patrones claramente diferenciados que van al corazón del debate: hasta dónde debe llegar lo privado y hasta dónde debe extenderse lo público. En los extremos del espectro político, esta discusión inevitablemente toca la restricción o afectación de algunos derechos fundamentales consagrados en la Constitución.

Parafraseando al exprimer ministro británico Tony Blair y adaptando su reflexión al contexto colombiano actual, los dos modelos políticos en disputa podrían resumirse así: "El mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario", versus "El Estado hasta donde sea posible, el mercado hasta donde sea necesario". Esta dicotomía define no solo las propuestas económicas, sino la visión integral de país que cada sector político defiende.

Mientras decenas de candidatos y precandidatos construyen apresuradamente sus planes de gobierno, y hacen sus propuestas ante los diferentes gremios, surge una reflexión: ¿no debería ser al contario? Son precisamente los gremios quienes conocen sus fortalezas, riquezas, debilidades y necesidades. En un ejercicio de verdadera responsabilidad social, deberían ser ellos quienes aporten diagnósticos sólidos para construir programas de gobierno realistas y viables.

La planificación seria del país requiere responder preguntas fundamentales en el orden correcto: qué voy a hacer, por qué lo voy a hacer, para qué, cómo, con quién, cuándo y, crucialmente, con cuánto. Sin embargo, en el contexto actual, esta última pregunta –la del presupuesto y los recursos– no puede quedar relegada a un segundo plano, especialmente cuando el país enfrentará doce años de transición financiera del gobierno central.

Con la aprobación de la modificación al Sistema General de Participación, que obliga a incrementar los recursos territoriales del 23.8% al 39.5%, cualquier promesa de campaña debería estar cuidadosamente ajustada al nuevo escenario financiero que enfrentará el país. Para dimensionar este impacto, basta con algunos datos de referencia, utilizando el presupuesto de 2025: con un monto de recursos de transferencias de $82 billones que pasarán a $136 billones en el año 12 del proceso, los próximos gobiernos contarán con significativamente menos recursos para inversión nacional, disminuyendo sus montos de inversión entre $45, $117 y $189 billones menos en los próximos tres cuatrienios respectivamente.

Una de las obligaciones pendientes del gobierno actual es tramitar la Ley de Competencias, que definirá los recursos adicionales, su distribución entre los entes territoriales y las prioridades de inversión. Esta normativa incidirá directamente en las posibilidades reales de inversión de los próximos gobiernos y debería ser un elemento central en el debate electoral actual.

Volviendo a la dinámica electoral, Gabriel García Márquez, en "Cien Años de Soledad", describía con ironía las diferencias entre liberales y conservadores: "La única diferencia actual entre liberales y conservadores, es que los liberales van a misa de cinco y los conservadores van a misa de ocho". Esta metáfora, que en su momento ilustraba la aparente superficialidad de las diferencias partidistas, requiere una actualización para comprender el panorama político actual.

Hoy, García Márquez tendría que ajustarla a la realidad de hoy: Los que van a misa o quieren ir a misa y los que no van a misa. Los que van a misa, los ungidos, que representan los diferentes partidos políticos reconocidos por el Consejo Nacional Electoral y que deben ser atendidos por el párroco de Macondo, cada uno va a una hora diferente, copando la agenda parroquial. Los pecadores que solicitan su turno para asistir a misa, pero primero deben cumplir la penitencia relacionada con la recolección de firmas y el resto que, para el párroco, son considerados como ateos que no caben en ninguno de los dos anteriores y buscan legitimidad política.

Esta nueva realidad partidista, con su multiplicidad de actores y agendas, lejos de enriquecer el debate democrático, puede estar fragmentando peligrosamente la capacidad de generar consensos nacionales sobre los temas verdaderamente fundamentales. La proliferación de partidos y movimientos, cada uno con su propia "hora de misa política", dispersa la atención y dificulta la construcción de acuerdos sobre el modelo de país que necesitamos.

La responsabilidad no recae únicamente en los candidatos y los partidos. Como ciudadanos, debemos hacer parte de esta discusión pues al final somos nosotros quienes votamos y elegimos, y no podemos darnos el lujo de la indiferencia o la apatía. El futuro de Colombia está en juego, y esta vez, las diferencias van mucho más allá del horario de la misa política o de las etiquetas ideológicas tradicionales.

JORGE ALBERTO SERNA JARAMILLO

Armenia (Quindío), septiembre 14 de 2025

https://elquindiano.com/noticia/244894/reflexiones-electorales-02-presidencia-2026-2030/

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